Entrevista con Mary Beth Sheridan, corresponsal de The Washington Post en México

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La periodista estadounidense Mary Beth Sheridan aprendió español desde que estaba en la universidad porque desde entonces quería cubrir temas en este idioma. Lo comenzó a practicar cuidando y jugando con niños en Madrid, donde trabajó como niñera hasta que obtuvo su primer trabajo en la agencia de noticias AP. Actualmente es corresponsal para México y Centroamérica del diario The Washington Post.

Sheridan es una de las mujeres galardonadas este año con el Premio Maria Moors Cabot que otorga la Universidad de Columbia. La entrevistamos y esto fue lo que nos contó.

—¿Qué significa este premio para ti?

Este premio es muy especial porque reconoce el trabajo periodístico en América Latina, a periodistas y corresponsales que han pasado años tratando de reportar de una manera seria y profunda. El reconocimiento llega por parte de los colegas que entienden este trabajo, y es un honor importante porque los que han ganado en el pasado son de los mejores corresponsales en América Latina, muchos son fuentes de inspiración para mí. Ese grupo de galardonados significa algo especial.

—¿Cómo empezaste en el periodismo, cuál fue tu primer trabajo?

Cuando yo terminé la universidad quise ser corresponsal extranjera y busqué cualquier manera de lograrlo. Había vivido en Inglaterra en el tercer año de la  universidad y quería mejorar mi español, quería trabajar en español. Inicialmente trabajé un año como profesora particular en inglés. Cuidaba a unos niños en Madrid y empecé a hacer trabajo como freelance. Poco a poco fui teniendo más trabajo de hacer notas y pude dejar el trabajo como niñera.

Entré a trabajar a The Associated Press, me encantó y me inspiró, me dio mucha ilusión. Fue importante entrar a AP y aprender más. Regresé a Nueva York y estuve ahí durante ocho años. Fue una gran experiencia.

Estudié con los jesuitas en Santa Cruz, Massachusetts, en la carrera de literatura, y aprendí mucho a hacer preguntas, interrogar el texto y el material. Esa educación me ayudó a pensar en una manera más disciplinada, a organizar los temas.

—Qué implica cubrir México y América Latina, países tan complejos en temas sociales, ¿qué aprendizajes has tenido? 

Me apasiona América Latina, quizá México más que todo. México es un gran rompecabezas, un país profundo… Sus lectores… Me apasiona contar las historias de América Latina. Una de las lecciones principales ha sido tener una mente muy abierta, no venir con prejuicios e ideas preconcebidas, entender las historias tal y como son.

Por ejemplo, las posibilidades de una persona que crece en la pobreza, lo que puede hacer una persona para llegar a la clase media, o cómo funciona la violencia. Uno debe entrar y dejar atrás el maniqueísmo. Lo importante es entrar con una mente abierta y buscar el por qué y tratar de explicar cómo funcionan las cosas. Denunciar es importante, denunciar la corrupción y el mal manejo de los recursos, pero hay que ir mas allá, reportear y llevar algo nuevo al lector para que entienda cómo funciona la sociedad.

Como periodista uno tiene que estar muy cuidadoso. En México estamos en un momento de una gran polarización, no hay que caer de un lado al otro. Hay que entender y evaluar lo que están pensando en ambos lados.

—Este año han sido todas mujeres las premiadas con el Moors Cabot, justo en un momento en que los movimientos de género han tenido más resonancia. ¿En tu trabajo diario subyace la perspectiva de género, es algo que está incorporado en tus reportajes? 

Hay historias que son de mujeres que afectan más a mujeres y los hombres no necesariamente las reconocen tan rápidamente. Hay una realidad distinta para mujeres en diferentes temas: la violencia, la política, el impacto del género. Y la experiencia de ser mujer, en muchos sentidos, es diferente a la del hombre. Es importante reconocer que hay esa diferencia. 

—Los ataques contra la prensa van en aumento en nuestros países, ¿qué te gustaría que supieran en Estados Unidos y otros países sobre el periodismo de México y Centroamérica?

Pues yo creo que hay varias cosas sobre los periodistas que hacen un trabajo extraordinario, a veces con pocos recursos o poco apoyo. Se ve una nueva generación de periodistas independientes con un gran compromiso y responsabilidad. Me llama la atención el compromiso.

Cuando viajo de la Ciudad de México siempre trato de buscar a periodistas locales porque conocen la realidad, porque ellos tienen una riqueza y conocimiento de la realidad y la política local, y generalmente son enormemente generosos en compartir conmigo la situación y los contactos.

A veces no pueden contar todo lo que está pasando porque es muy peligroso, se refleja en el número de periodistas que fueron asesinados, que son tantos, y está claro que no es fácil contar realidades porque te pueden matar.

—¿Qué consejos darías a nuevos periodistas que cubren México?

Uno siempre tiene que pensar con mucho cuidado cuál es el valor de la información que vas a tener versus el riesgo: si es una área peligrosa, si hay partes que se pueden hacer por teléfono. Y si no, cuáles son las medidas que puedes tomar para no encontrar un problema grave. Para mí siempre es importante hablar con quienes conocen la realidad en el área: periodistas locales, grupos de derechos humanos, gente de la iglesia, gente que vive ahí y maneja la situación en estos lugares difíciles, siempre y cuando sea posible. Si alguien tiene buena relación en la comunidad eso ayuda. Puede ser un maestro de escuela, alguna persona que sea conocida y aceptada, que esté ahí viviendo, eso te da más posibilidad de entrar y más seguridad, confían más en ti. Hay ocasiones en que tienes que estar muy cuidadoso con las entrevistas.

A veces, por ejemplo, hay personas hasta del gobierno con las que puedes ir. Me ha pasado. En Zacatecas fui con una diputada estatal a una localidad que es bastante peligrosa. Ella creció ahí y entendía las reglas. No siempre hay que ir preguntando cosas a todo mundo y como fuimos con ella, era más seguro, tiene cierta autoridad allá.

Obviamente hay que viajar de día, no seguir los mismos horario. Obviamente tener cuidado con compartir información comprometedora o con gente que tenga acuerdos con grupos criminales. Hay partes del país donde las policías o los fiscales están involucrados y hay que tener mucho cuidado con ellos.

Hay muchas recomendaciones, pero es fundamental encontrar esas historias en lugares donde la gente está siendo afectada por la violencia sin que uno muera.

—¿En qué ha cambiado tu vida el periodismo?

El periodismo ha sido mi vida y gracias a este trabajo he podido conocer mundos diferentes al mío. He conocido gente fascinante y he podido contar historias, descifrar la realidad y contar. Estoy contenta. Tengo grandes amigos, haces grandes amigos con tus colegas. Es algo sumamente rico.

 

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