“Hay que salirse de la redacción”: Adela Navarro

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Adela Navarro Bello es directora del semanario Zeta en Tijuana y el 21 de julio pasado recibió el premio Maria Moors Cabot que otorga la Universidad de Columbia junto con otras periodistas que cubren en América Latina. Hablamos con ella a propósito de este reconocimiento para conocer más sobre su carrera, su trabajo actual y sobre su visión de esta profesión en México.

 

¿Cómo recibes el premio, qué significa para ti?

Te lo digo con mucha humildad: me siento muy honrada. Este reconocimiento lo recibió don Jesús Blancornelas que fue mi maestro, mentor y director fundador de Zeta en 1998. Mi otro maestro fue don Julio Scherer. Estoy sin palabras y me siento también muy confiada en la mirada que tienen en la Universidad de Columbia sobre el periodismo que se hace en México. Es un reconocimiento no solo para mi persona, es un reconocimiento para mis compañeros de Zeta y continuando con todos los periodistas que a pesar del reto que implica hacer periodismo de investigación en México, de las amenazas y de los atentados, seguimos trabajando en ello y no perdemos la esperanza que defendiendo la libertad de expresión podamos abonarle a la democracia que vive mi país.

 

“Es un reconocimiento no solo para mi persona, es un reconocimiento para mis compañeros de Zeta y continuando con todos los periodistas que a pesar del reto que implica hacer periodismo de investigación en México, de las amenazas y de los atentados”. 

 

—Más en estos días con una conferencia mañanera del presidente mexicano en la que se ha desacreditado el trabajo de periodistas.

Es una desafortunada decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador utilizar los recursos, el tiempo y el espacio de la presidencia de la República para hostigar a medios de comunicación particularmente. El presidente está polarizando desde la presidencia y está afectando la libertad de expresión.

—¿Cómo podríamos hacer los periodistas para no hacer eco de las desacreditaciones, se cubre o no se cubre, cómo hacer?

Tenemos que cubrir todo lo que diga el presidente porque finalmente es el presidente de la República. Hay que cubrirlo con mucho profesionalismo, sin caer en polarizaciones. No necesariamente estar haciendo eco de todas y cada una de sus diatribas de los miércoles, pero sí en muchos de los casos defender la libertad de expresión y apoyar a periodistas. Vaya, los periodistas de investigación tenemos la obligación de confirmar todo lo que estamos publicando.

Si ves que un periodista o un medio de comunicación está ejerciendo ese derecho, que es un derecho humano, y está confirmando lo que está publicando y está publicando con rigor periodístico, hay que apoyarlo. Hay que apoyarnos entre nosotros. Muchos de los trabajos que hacemos en semanario Zeta yo los comparto con medios que son afines, con medios que ejercen su libertad de expresión y hacen periodismo de investigación. Es una manera de protegernos entre nosotros mismos. Igual nosotros replicamos en nuestro portal de noticias aquellos trabajos de investigación de otros compañeros periodistas que están denunciando sea la complicidad del Estado mexicano con el crimen organizado o el narcotráfico, sea la corrupción, sea la corrupción gubernamental o sean los abusos desde el poder.

 

“Hay que apoyarnos entre nosotros. Muchos de los trabajos que hacemos en semanario Zeta yo los comparto con medios que son afines, con medios que ejercen su libertad de expresión y hacen periodismo de investigación”. 

—Semanario Zeta está en la frontera con California, ¿qué es lo más importante para considerar ahora mismo con el periodismo fronterizo?

Toda la frontera con California es muy activa, tiene una vida binacional muy activa en términos académicos, económicos, de seguridad, de investigación y del periodismo. Muchas de nuestras fuentes están del otro lado de la frontera. No nos ha afectado tanto el cierre en el semanario porque la pandemia nos han enseñado que podemos seguir compartiendo información por medios digitales. Como sociedad sí afecta en el tema de la migración.

En Baja California tenemos una migración muy importante nacional y de Centroamérica, tenemos hondureños, salvadoreños, guatemaltecos, mexicanos que vienen por ejemplo de Michoacán. A raíz de la terrible situación que se está viviendo en Aguililla y alrededores han llegado más de 5,000 michoacanos a solicitar asilo hacia los Estados Unidos, 2000 de ellos ya se encuentran en Estados Unidos. Son personas que vienen huyendo de la inseguridad y la violencia en el país, nosotros hemos tenido la oportunidad de muchas familias que vienen de Michoacán. Una madre de familia con 14 integrantes de su familia que le mataron todos sus hijos y sus niños menores de edad tienen heridas en el cuerpo, ya están en Estados Unidos.

El tiempo que ha estado cerrada la frontera para los trámites de asilo y de refugio sí ha sido terrible, porque el gobierno mexicano, el gobierno federal no atiende el tema de la migración, ellos están asentados en las inmediaciones de la garita de Tijuana con San Diego en condiciones que no son humanas. Y en el mejor de los casos lo que hace el gobierno es llevarlos a una camioneta del Instituto de Migración y los reparten en los albergues de la ciudad, a los cuales tampoco les colaboran, siquiera con apoyo en especie. Están nada más pasándole el problema de la migración a las organizaciones de la sociedad civil a la que tanto han despreciado desde el gobierno de la República. En ese tema no ha afectado. Tijuana es una ciudad muy generosa y que recibe a su migración, donde la sociedad colabora para que estén en las mejores condiciones. El crecimiento de la inseguridad en el país es algo muy notorio.

 

“Vemos con mucha desesperanza que no hay una estrategia integral para el combate de la inseguridad y la violencia, y que la política pública de abrazos y no balazos no está funcionando”.

—Sobre lo que cuentas de Michoacán, un tema exclusivo que revela lo que pasa en el país y en la frontera, ¿cómo surgió?

Esta me la encontré yo. Estuve en uno de los albergues, un albergue que está en una zona muy marginada de la ciudad de Tijuana, que se llama el Cañón de los Alacranes. Fui a visitar al pastor porque está haciendo una labor encomiable y estaba platicando con él, preguntándole sobre las personas que está recibiendo, y me encontré con esa familia. Después uno de mis compañeros, Alejandro Arturo Vila, un joven reportero de Zeta los entrevistó a ellos, pero como periodistas tenemos que estar haciendo eso, tenemos que estar yendo a todos los lugares donde están sucediendo estas cosas y donde están apareciéndose los problemas que hay en este país.

Yo les recomiendo a los periodistas que hay que salirse de la redacción. Hay que ir a conocer, hay que ir a ver la escena del crimen, la escena del reconocimiento. Si es una conferencia de prensa hay que confirmar que realmente sea verdad lo que dicen los funcionarios que está sucediendo.

A raíz de eso, de este éxodo en Michoacán elaboramos un reportaje muy amplio de los reportajes ocurridas en este país, consideramos masacres donde resultaron muertas más de tres personas y dimos con que en el tiempo que ha transcurrido el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador ha habido 851 masacres. Terrible la situación que se está viviendo en México. Vemos con mucha desesperanza que no hay una estrategia integral para el combate de la inseguridad y la violencia, y que la política pública de “abrazos y no balazos” no está funcionando.

 

“Yo les recomiendo a los periodistas que hay que salirse de la redacción, hay que ir a conocer, hay que ir a ver la escena del crimen, la escena del reconocimiento, si es una conferencia de prensa hay que confirmar que realmente sea verdad lo que dicen los funcionarios que está sucediendo”. 

—Después de esto, que es ya una clase de periodismo, ¿cómo empezaste a reportear, cuál fue tu primera asignación?

Recién terminé el primer semestre de Comunicación cuando hice una cita con el señor Jesús Blancornelas para solicitarle trabajo y ese mismo día me lo dio. Y mi primera asignación fue cubrir una invasión que había terminado con la líder de los invasores en prisión. Fui al juzgado a ver cómo estaba el expediente, cuáles eran los argumentos por los cuales había sido detenida, y por supuesto ir a la invasión para platicar con los invasores y darle forma al reportaje.

Tenía 20 años y mucha hambre de hacer periodismo, como la tengo todavía hoy en día.

—Una ejecutiva de medios que sigue siendo una reportera de calle…

Yo hago entrevistas, colaboro con con investigaciones, hago trabajo de campo, entonces sí, a parte de administrar un periódico no dejo de ser reportera.

 

“Tenía 20 años y mucha hambre de hacer periodismo, como la tengo todavía hoy en día”. 

—Eres una mujer en un país muy machista dentro de una profesión que ha sido muy patriarcal, ¿alguna vez en el momento de tu carrera has sentido desconfianza de ti misma? Eso que llaman el síndrome del impostor.

Fíjate que no, no lo he sentido. Tuve la fortuna de empezar a hacer periodismo con un hombre como Jesús Blancornelas que ponderaba la capacidad por encima del género. Muchas de las mujeres que trabajaron con él hasta el día de hoy siguen trabajando conmigo en el semanario nos basamos en la misma idea.

Te puedo decir con mucho orgullo que habemos muchas mujeres en puestos de dirección: directora de publicidad, la directora de espectáculos, la directora de cultura, la directora web, la administradora o la contadora, por mencionar alguna. Y la mayoría de ellas fueron contratadas por Blancornelas.

Juntas nos ha tocado de todo. Las amenazas que he recibido del narcotráfico, el narcotráfico tampoco reconoce géneros. Así como amenazaban a Jesús Blancornelas cuando él dirigía el semanario, me amenazaron a mí por ser la directora del semanario.

En el ámbito del gobierno estatal (de Baja California): el gobierno anterior de Francisco Vega y el gobierno actual de Jaime Bonilla han intentado difamarme, hostigarme, acosarme a través de conferencias de prensa y declaraciones en redes sociales, y ahí sí en algunos casos cometiendo violencia de género, por el hecho de ser mujer quieren justificar el trabajo que estamos publicando en otros temas que no corresponden a la investigación periodística.

 

“Las amenazas que he recibido del narcotráfico, el narcotráfico tampoco reconoce géneros. Así como amenazaban a Jesús Blancornelas cuando él dirigía el semanario, me amenazaron a mí por ser la directora del semanario”. 

—¿En qué ha cambiado tu vida el periodismo?

Tengo 31 años haciendo periodismo, es lo que sé hacer y es lo que quise hacer desde la preparatoria, para lo que me preparé, para abonarle a la democracia de este país, para abonarle a la justicia de este país, darle voz a quienes no tienen, darle las páginas de Zeta a las víctimas de abuso, de corrupción, de violencia, darle voz a la oposición en su momento cuando las puertas se le cerraban en otras partes.

El semanario Zeta siempre ha sido un espacio de pluralidad que ejerce la libertad de expresión.  Y creo que con ello no contribuimos. Un buen periodista tiene que ser optimista, no hay que perder la esperanza, siempre hay que tener esperanza.

 

—Nota de edición: este post es el primero de una serie de entrevistas con mujeres periodistas que cubren temas de América Latina.