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“Nunca esperé acabar en la guerra. Como documentalista, me limité a seguir los acontecimientos”, dice el fotógrafo Maxim Dondyuk. Filmó el comienzo de la guerra en Ucrania en 2014 y volvió a ella con el inicio de la invasión a gran escala. Durante este tiempo, el fotógrafo visitó muchos puntos calientes; estos viajes de trabajo le dejaron un regusto amargo. En particular, debido a los conflictos con los oficiales de prensa, el servicio de prensa militar amenazó a Dondyuk con privarle de su acreditación. A partir de marzo de 2023, se le prohibió viajar al extranjero para participar en exposiciones profesionales.

El productor de narrativa visual de Zaborona, Ivan Chernichkin, habló con Maxim Dondyuk sobre la censura militar en Ucrania; el complejo de inferioridad que hace que se descuide a los fotógrafos ucranianos durante la guerra; el por qué el secretario de prensa de Volodymyr Zelenskyi se sintió ofendido por el documentalista, y cómo acabó pasando dos semanas en las posiciones de las AFU (Fuerzas Armadas de Ucrania) por el artículo publicado en The New Yorker.

Entrevista publicada originalmente en inglés en Zaborona y reblicada en este blog con permiso del medio ucraniano.

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El documentalista Maxim Dondyuk, de 39 años, combina fotografías con videos, textos y materiales de archivo en su trabajo; explora principalmente los temas de la memoria y la historia. Desde 2014, Dondyuk también se ha dedicado a la fotografía de guerra: desde la Revolución de la Dignidad y la anexión de Crimea hasta las batallas por Ilovaisk y la invasión a gran escala de Rusia. Medios como TIME, Der Spiegel, GEO, Zeit magazine, Rolling Stone, Bloomberg Businessweek, entre otros, han publicado los trabajos de Dondyuk. Y ha recibido numerosos premios por sus proyectos fotográficos. En particular, en octubre de 2022, Dondyuk obtuvo uno de los reconocimientos más importantes en fotografía documental, el W. Eugene Smith Grant en el campo de la fotografía humanista, por su proyecto “Ucrania 2014/22”, dedicado a la lucha del país por la independencia.

             

Eres uno de los pocos fotógrafos que documentaron los sucesos de Ilovaisk. ¿Cómo llegaste hasta ahí?

Viajé con varios agentes de prensa durante mucho tiempo y mostraron ser una completa mierda. En algunos controles de carretera incomprensibles, “Inter” o ICTV (International Commercial Television, un canal de televisión privado de Ucrania) grababan producciones con soldados. Entendía que geográficamente estábamos a 10-15 kilómetros de la línea del frente, pero según “Inter”, decían: “Estamos en la línea del frente”. Yo estaba harto de todo esto.

Sabía que era posible trabajar más cerca, y si el ejército no dejaba entrar a los periodistas, los batallones de voluntarios les permitían trabajar con ellos. En aquella época, el Estado no se ocupaba de ellos, así que necesitaban fotos y publicaciones en los medios de comunicación para recaudar ayuda. Los intentos de encontrar una oportunidad para documentar al ejército regular fracasaron, y el batallón “Donbás” simplemente nos llevó con ellos.

Maxim Dondyuk. Foto: Serhiy Anishchenko

“Donbás” acaba de estrenar Popasna, fui con el equipo de rodaje de Reuters. Rodaron el material por la tarde y se fueron. Yo me fui con “Donbás” a su base en Kurakhove simplemente para pasar el rato y conocernos mejor. Sasha Glyadyelov me acompañó porque tampoco tenía nada que hacer.

El 10 de agosto, el batallón intentó entrar en Ilovaisk por primera vez. No podían llevarnos a Sasha y a mí juntos, así que el comandante nos obligó a decidir quién iría con un “piedra, papel o tijera”. Gané yo. Por el camino, intentaron rodearnos y cortarnos el paso. El batallón sufrió pérdidas, cuatro de carga 200. El Sektor derecho también sufrió pérdidas en otro camino y decidió irse.

Foto: Maxim Dondyuk.
Foto: Maxim Dondyuk.
Foto: Maxim Dondyuk.

La segunda vez, no recuerdo en qué fecha, nos llevaron junto con Gliadielov. No teníamos nuestro transporte, así que sólo pudimos salir de Ilovaisk con los militares. Nos dijeron que caminaríamos durante un día, y no llevamos nada con nosotros, sólo sacos de dormir. Resultó ser un completo desastre: no había ningún sitio donde cargar la cámara y el espacio de las memorias flash se estaba agotando; todas las noches borraba las fotos para poder sacar al menos algo al día siguiente. Apagué la batería de la cámara porque sabía que tendría energía suficiente para hacer cinco fotos la próxima vez. Hice esas cinco fotos e inmediatamente apagué la cámara, con la esperanza de que la carga durara para cinco más.

En total, me quedé con ellos unas dos semanas. Mi cámara estaba rota, todas las pilas agotadas y los flashes llenos. El 23 de agosto, cuando sacaban a los prisioneros de Ilovaisk, uno de los combatientes también dio la orden de llevarme. Probablemente sabía que la ciudad estaba rodeada pero no me lo dijo. Así que me fui de Ilovaisk a Dnipro, donde Sasha Glyadyelov fue evacuado el 21 de agosto tras ser herido.

¿Cómo ha cambiado tu actitud durante los 9 años que ha durado la guerra? ¿A qué cosas prestaste más atención en 2014 y en qué temas estás más interesado ahora?

No había fotografiado la guerra en estos 9 años; creo que ha sido una decisión muy acertada. Muchos no estuvieron de acuerdo en que después de un año en la guerra me tomara un descanso en 2015. Pasé un tiempo en Francia, de 2017 a 2018 trabajé en Ucrania, y en 2018 me fui tres años a Asia. Me dio mucha energía: trabajé con el archivo, me dediqué al análisis interno y amplié mi visión del mundo en la fotografía.

Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk
Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk
Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk
Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk

Todos estos cambios se manifestaron en mi “Proyecto Chernóbil” y en el “Proyecto Blanco”, donde fotografié los paisajes desérticos de Donbás. En general, empecé a inclinarme más por la fotografía del desierto que por la de acción. Cuando empezó la guerra a gran escala, lo comprendí de inmediato: la fotografía conceptual no existe. Todo lo que puedo hacer son las noticias. Simplemente vas y disparas: casas voladas, gente asesinada, hospitales, maternidades, militares. Y trabajé a este ritmo durante medio año. Pero me quemé. Ahora intento dejar tareas cuando tengo que rodar a diario. Me gusta el formato del trabajo, cuando preparas un viaje de negocios durante una semana, filmas durante dos o tres semanas, y trabajas con el metraje durante una o dos semanas más; en general, se tarda alrededor de un mes en crear una historia.

Entre la vida y la muerte. Foto: Maxim Dondyuk
Entre la vida y la muerte. Foto: Maxim Dondyuk
Entre la vida y la muerte. Foto: Maxim Dondyuk
Entre la vida y la muerte. Foto: Maxim Dondyuk

Después de un año [de guerra a gran escala], todos estábamos cansados y muy curtidos. En los primeros días, corrías como un loco y hacías fotos de una casa destrozada, y un año después pasabas por delante del cuerpo de un muerto sin levantar la cámara: la luz no es la misma, el cuerpo no yace así.

La guerra me despertó de un estado de reposo, nos despertó a todos, despertó un sentimiento de resistencia. Para resistir, todo el mundo cogió algún tipo de arma. Yo cogí la cámara.

Foto: Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk

¿Qué opinas de la censura en tiempos de guerra?

Si decimos que luchamos contra el totalitarismo, la tiranía, Putin y Rusia, pero empezamos a utilizar los mismos métodos de censura, me encabrona. Como idealista, quiero que no haya censura.

“No podemos decir el número real de pérdidas porque caería la moral del pueblo ucraniano”. ¡Vamos!, es como comprar un coche a crédito y preguntar: “¿Cuál será el interés del préstamo?”. Y te responden: “Lo sabrás más tarde”. ¿Qué demonios? La gente lo entiende todo. Si la gente conoce nuestras pérdidas, se dará cuenta de cuánto tiempo podemos continuar la guerra.

Estoy categóricamente en contra de las acciones y declaraciones que tuvieron lugar durante la ocupación de la región de Kiev, cuando las autoridades afirmaron que no habían advertido a la población sobre la evacuación para evitar el pánico. ¿Y qué hicieron entonces? Volaron el maldito puente de Irpen, cubriendo Kyiv con un escudo humano. Muchas personas murieron porque huían del ejército ruso por ese puente en concreto. Habría habido caos y pánico de todos modos, pero se convirtieron en un escudo humano.

Foto: Maxim Dondyuk
Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk.

Nunca he sido general (del ejército) y tampoco seré presidente. Para mí, decidir el destino de una sola persona es un desastre interno. No estoy preparado para eso. El poder actúa como un mecanismo único. Piensan en la victoria, en cómo abrirse paso y en cómo preservar bien los territorios. Y yo, como persona, pienso en vidas humanas. Para mí, todo lo que mata gente es horrible.

¿Es necesario hablar de algunos errores de cálculo de Ucrania durante la guerra? ¿En qué puede afectar esta verdad incómoda?

En mi opinión, la guerra no es una excusa para establecer, grosso modo, la dictadura militar y la censura. La propaganda dice que mañana liberaremos Crimea o iremos a las fronteras de 1991, y eso está bien si es verdad. Pero en el frente, lo veo todo con mis propios ojos. Veo cosas que no concuerdan con las declaraciones de las autoridades. La propaganda conduce a la aparición de una verdad distorsionada. Distorsiona la realidad cerrando la boca a los reclutas, a los soldados que no tienen munición. Llego a la línea del frente y los soldados no tienen municiones, sufren grandes pérdidas y están agotados. Tal vez esta zona en la que me encontraba estaba siendo sacrificada banalmente, distrayendo al enemigo para que otros pudieran prepararse mejor. No lo sé. Sólo veo historias muy tristes y quiero que la gente las conozca.

Foto: Maxim Dondyuk

Te quejaste de que a algunos periodistas se les permite filmar determinadas zonas del frente mientras que a otros no. ¿Qué opinas de que a unos se les permita en todas partes y a otros se les prohíba?

Aquí no podemos dejar de mencionar a Kostya Liberov, más conocido como bloguero. Nos comunicamos bien con él, pero es el ejemplo más vivo. Desde el principio, no estaba claro por qué a un bloguero que filmaba una boda se le permitía entrar en todas partes, pero a los fotógrafos profesionales no. Llegué y dije: “Hola, soy de la revista Time. ¿Puedo hacer una foto de la artillería pesada?”. “No, está prohibido”. Voy al Instagram de Liberov, y ya las ha filmado varias veces. Lo mismo con médicos o pilotos de helicóptero.

Nuestros responsables de prensa crearon esta particular quiniela. Creen que es más eficaz invitar a presentadores de televisión que filmarán un reportaje en dos o tres horas y se irán, o a un bloguero con muchos seguidores, que a un periodista y fotógrafo de una publicación mundial conocida. Persiguen vistas, y son la generación de Instagram y TikTok. Para ellos, un bloguero es una autoridad, y las revistas Time y The New Yorker son incomprensibles.

He oído a responsables de prensa decir: “Nunca dejo que los fotógrafos filmen en ningún sitio, no tengo ni idea de lo que están filmando ni de cuándo se va a publicar”. Hacen la pregunta: “¿Por qué voy a llevaros al puesto durante dos semanas si en ese tiempo puedo traer 14 veces dos coches de blogueros, cámaras y periodistas? Y tú sólo harás un material en dos semanas”. Es una falta de profesionalidad porque, en su caso, la cantidad es más importante que la calidad. No entienden que un gran artículo, un documentalista conocido, un proyecto artístico o un libro que estará en museos o festivales permanecerá para siempre. Y el post en Instagram se olvidará mañana.

Maxim Dondyuk
Entre la vida y la muerte. Foto: Maxim Dondyuk

El servicio de prensa ve a los periodistas como una amenaza. Está creado para que los periodistas hablen y muestren sólo lo necesario y beneficioso para ellos. No puede tratarse de ninguna verdad. No hay verdad en la guerra. Veo unos 19,000 números en mi carné de prensa y comprendo que esos 19,000 están llenos de quienes fusionan posiciones, inician corrientes y, en general, hacen tonterías. Pero es necesario comprender quién filma qué, para quién y cómo. Cuando ven la difícil situación de nuestros soldados, los lectores estadounidenses gritan inmediatamente: “¡Denles más armas! ¡Miren!, están luchando allí como si fuera la Primera Guerra Mundial!”. En cambio, los nuestros no comprenden que una pequeña parte de la verdad sobre las pérdidas y la falta de armas da a nuestros soldados un aspecto más humano. Y la mitad de sus fotógrafos de su staff no saben disparar, escribir ni hacer vídeos.

Es posible que sea castigado por citar varias revistas en el puesto: Der Spiegel, Time y The New Yorker. Me castigarán por buscar opciones para vivir ahí y socializar. Está claro que dentro de dos semanas alguien dirá que fue movilizado ilegalmente, que no tiene munición y que lleva un año sin volver a casa. Es la realidad, no hay que tenerle miedo. Nadie condenará al gobierno cuando diga: “Chicos, estamos luchando contra unos bastardos. No nos va tan bien. Tenemos tantos problemas”. Le dará forma humana. Entenderemos que no todo es tan fácil y complicado. Y entonces llegas a Lviv, todo el mundo está sentado, bebiendo vino, viendo canales de Telegram y teletones, y pensando que todo es perfecto. No entienden las condiciones en las que están nuestros soldados.

Foto: Maxim Dondyuk.
Foto: Maxim Dondyuk.
Foto: Maxim Dondyuk.

Fotografiaste a Volodímir Zelensky para la revista Time cuando recibió el título de “Persona del Año”. ¿Cómo ocurrió todo?

El periodista Simon Shuster, que escribía un libro sobre Zelenskiy, aceptó la filmación. Time me pidió una o dos semanas con el presidente para filmarle en diversas situaciones y lugares. Incluso alquilé un apartamento a diez minutos del despacho del presidente para llegar lo antes posible.

No sé si el periodista transmitió mal los deseos de la revista o si el secretario de prensa le entendió mal. Pero cuando me dijeron que íbamos a ir juntos a Kherson en tren, pensé que era el primer día de rodaje, y trabajé muy a gusto porque estaba seguro de que trabajaría con esta gente al menos una semana más. Al volver de Kherson, pregunté al secretario de prensa Serhiy Nikiforov qué pasaría después. Me contestó con arrogancia: “No habrá nada más”. ¿No te basta con un día? Me asusté mucho, pero Simon me tranquilizó: “Estaré de acuerdo en todo. No empecemos un conflicto ahora”.

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk.

Ya no me permitieron ver al presidente. Está claro que hacía falta un buen retrato para el material “La Persona del Año”, pero ni siquiera para eso me dieron tiempo. Así que ya no hablábamos del retrato del presidente en la portada de la revista. Hablé con Nikiforov, con otros secretarios y jefes de prensa, y el problema es el mismo en todas partes: no entienden por qué un fotógrafo debe pasar dos semanas haciendo un material. Siempre ponen el ejemplo de los presentadores de televisión y las publicaciones de noticias, para los que incluso unas pocas horas son suficientes. Pero esto es un truco: cuando llega Annie Leibovitz, envían un tren con seguridad a Polonia para ella, trayéndola a Ucrania para que pueda hacer una sesión de moda con la mujer del presidente. Y la revista Time hace de Zelensky “La persona del año”, se prepara un gran artículo para un montón de páginas, y nos asignan un día.

Al final, pasé dos semanas en este apartamento junto al despacho del presidente porque el departamento fotográfico de Time esperaba que Simon organizara al menos un día o dos de rodaje. Pero fue en vano. Shuster dijo entonces que Nikiforov se sintió ofendido por mis palabras: “No se puede filmar material serio en un día”.

Me avergüenzo de lo ocurrido. Entiendo que podría haber mostrado a nuestro presidente mucho más frío, tengo suficiente experiencia. Lo sé, ¿y él? Pero el secretario de prensa definitivamente no lo entiende. Tal vez sea porque soy ucraniano, porque todo es diferente cuando viene Annie Leibovitz.

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk.

Llevan mucho tiempo hablando de este complejo de inferioridad…

Se puede presionar a los locales, exigirles que retiren material o amenazarles. A mí me amenazaron por un artículo en The New Yorker. Escriben que soy un traidor a la patria y que me quitarán la acreditación. Intento explicar que sólo soy un fotógrafo. Les digo: “Puedo llamar a The New Yorker y decirles que ahora me van a fusilar, pero aun así no retirarán el número de la imprenta porque nadie violó nada, todos los registros se hicieron honesta y abiertamente”.

Ahora muchos periodistas dicen: “Esta es mi última visita a Ucrania, estoy cansado de luchar con esta burocracia. Cansado de romper el acceso”. En cuanto empiece el conflicto en algún lugar fuera de Ucrania, dondequiera que haya acceso, todo el mundo irá allí. Porque aquí, a veces seis personas aceptan dejarte ir a algún sitio uno o dos días, y todo es en vano. Y entonces las autoridades rogarán: hagan al menos un material sobre nosotros, escriban al menos algo sobre nosotros.

Maxim Dondyuk
Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk
Maxim Dondyuk
Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk
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Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk
Maxim Dondyuk
Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk
Maxim Dondyuk
Proyecto sin nombre de Chernóbil. Foto: Maxim Dondyuk

El material de The New Yorker está íntegramente dedicado a la infantería. Muestra lo cansados y devastados que están los soldados ucranianos en el frente. ¿Cómo trabajaron Luke Mogelson y tú en esta pieza?

Desde el principio de la guerra tuve la idea de convivir con los militares. Tengo una experiencia así: viví con médicos en un hospital de estabilización durante una semana. Se trata de historias impactantes y hay que contarlas con un periodista fresco, incluso un escritor, cuyo nombre atraiga el interés del público hacia el material. Pero esas personas nunca trabajarán en un puesto durante dos horas. Luke, por ejemplo, nunca irá a ninguna oficina de prensa: necesita una inmersión total en el problema y una comprensión exhaustiva del mismo. De hecho, es como Hemingway: escribe relatos cortos, pero son totalmente documentales.

Pero ninguno de los oficiales de prensa estuvo de acuerdo, todos dijeron: “Ni siquiera puedes pasar la noche en el puesto. Deberías estar conmigo, ¿y qué demonios debería quedarme aquí dos semanas cuando voy a organizar una docena de giras de prensa de dos horas durante este tiempo? Finalmente, empecé a escribirle a combatientes que había conocido antes. Les expliqué que Mogelson y yo queríamos vivir con ellos durante unas semanas y que todo se grabaría en un dictáfono. Luego se pondría en contacto con ellos una persona de Nueva York que comprobaría los hechos: si algo no se confirmaba, esa información se eliminaría del material. Y uno de los comandantes nos lo permitió.

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk

Lo hacíamos todo abiertamente, no nos escondíamos de nadie. Vivimos con ellos durante dos semanas, les obedecimos completamente, les ayudamos si era necesario, nos escondimos juntos de los drones y de los bombardeos, y evacuamos juntos en IFV. Me parece que hay comandantes que realmente quieren que nuestros civiles sepan y vean lo heroicamente que luchan, cómo un soldado tres veces herido siempre vuelve a la trinchera, cómo se avería su AAP y cómo la arreglan y destruyen tanques rusos. A pesar de todas las condiciones inhumanas, luchan. Es digno de respeto y de hablar de ellos. Estos batallones, brigadas y tipos deberían quedar inmortalizados en nuestra historia.

Los comandantes no lo ven como un problema; los responsables de prensa censuran en todas partes y no quieren hacer nada. Llaman a los periodistas y les dicen que allí, en Bakhmut, grabaron el comentario de un soldado que no tenía derecho a decir nada sin su permiso. Le contestaron: “Pero nosotros también estábamos en Bakhmut, el soldado simplemente confirmó lo que ya habíamos visto”. El jefe de prensa responde: “No tienen derecho a publicar esto sin nuestro permiso”.

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk
Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk

 

 

 

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk

Debido a esta censura, la mayoría de la población civil de Ucrania vive con gafas de color de rosa. Paso el 90% de mi tiempo en la guerra. Cuando vuelvo a Lviv y alguien me dice tomando una copa de vino que Ucrania luchará hasta el último soldado, le respondo: “¿Quizá dejarás tu copa y te irás a las trincheras? A muchos les encantaría sentarse aquí y beber de este vino”. Porque desde el comienzo de la guerra nunca han estado en casa ni han visto a su familia, y estadísticamente, ya son cadáveres que no creen que vayan a volver nunca. Se necesita más verdad para que la gente entienda lo difícil y complicado que es todo.

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk

Sé que siempre intentas ayudar a los héroes de sus fotos. Háblanos de esta actividad tuya.  

He tenido exposiciones en el extranjero a las que han acudido muchos espectadores. En las que al terminar suele haber una conferencia y charla con los asistentes. La gente de los pueblos pequeños vive una vida monótona y aburrida, y aquí viene un tipo del frente, mil millones de preguntas. La gente siempre colecta dinero para nosotros durante las exposiciones: “Queremos ayudar, ¿sabes a quién?”. O “Tenemos dos mil euros, ¿a quién podemos ayudar?”. Lo mismo ocurre con la venta de grabados: desde el principio de la guerra, dono todo el dinero. La residencia de ancianos en la que vivía compró algunos equipos con estos recursos.

En invierno, Sasha Glyadyelov y yo pasamos la noche cerca de Kherson en un pueblo con dos civiles. El pueblo está completamente destruido tras el asalto, y están vigilando la granja para que no roben todo lo que sobrevivió. La casa estaba destruida, sólo el tejado estaba cubierto con una película. Encontré dinero para donarles pero no tienen una tarjeta para poderles transferir los fondos, no tienen nada de nada. Así que tendré que ir a este pueblo, recogerlos y llevarlos a Kryvyi Rih al “Epicentro”, comprar algo juntos y volver.

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk
Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk
Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk

Ahora no se me permite salir al extranjero para exposiciones, lo cual es muy confuso. En primer lugar, ya no podré recaudar dinero para ayuda humanitaria. Y en segundo lugar, no podré transmitir información a un público extranjero, a los mismos alemanes que no querían darnos armas al principio de la guerra. Sin embargo, ahora están casi dispuestos a proporcionarnos misiles balísticos. La propaganda cultural, a la que me dediqué, es una parte esencial de la propaganda general ucraniana y de la presentación de Ucrania en el mundo.

Maxim Dondyuk
Foto: Maxim Dondyuk