Mujeres periodistas en Brasil bajo el ataque de autoridades del Estado

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A lo largo de 2021, 89 periodistas y medios de comunicación en Brasil fueron objeto de 119 ataques de género relacionados con la profesión, lo que supone casi 10 casos de agresiones, ofensas, amenazas e intimidaciones al mes.

La mayoría de las víctimas fueron mujeres, 91.6%, atacadas en gran parte por agresores hombres, gente del mundo político y funcionarios públicos que incluyen al presidente Jair Bolsonaro.

El monitoreo realizado por la Asociación Brasileña de Periodismo de Investigación (Abraji) muestra que en un 60% de los casos las víctimas cubrían o comentaban asuntos vinculados con la política.

Entre los discursos estigmatizantes, Abraji detectó ataques en forma de campañas sistemáticas de desprestigio (79%), falta de respeto a las víctimas (60.6%), discursos hostiles de autoridades y personalidades de la escena política nacional (57.4%) y campañas de desinformación (4.3%).

Algunas agresiones contenían imágenes, vídeos y audios.

En cuanto a los principales agresores, la mayoría fueron usuarios de Internet (51.7%) y utilizaron plataformas como Twitter para acosar, ofender y avergonzar a los comunicadores en su trabajo diario.

Las autoridades estatales, como concejales, diputados, senadores y el propio presidente de la República están entre los principales agresores: esta categoría es responsable del 36.1% del total de casos registrados. Teniendo en cuenta el género de los agresores individuales, que no se clasifican como grupos o instituciones, los hombres están implicados en el 91.3% de las agresiones.

El informe “Violencia de género contra periodistas” fue elaborado con apoyo financiero de la Global Media Defence Fund y la Unesco.

La Abraji señaló que hubo dos casos de violencia física contra periodistas, dos ataques online motivados por cobertura relacionada a género y un ataque transfóbico (del 17% total de ataques homofóbicos).

Lo que relevó la organización brasileña muestra una tendencia que ya habían descrito algunas investigaciones acerca de que las mujeres periodistas perciben que las críticas a su trabajo están cargadas de manera constante de términos misóginos o mensajes que envuelven amenazas de violencia sexual.

En 2018, un grupo de académicos entrevistó a 75 mujeres periodistas que trabajan o han trabajado en Alemania, India, Taiwán, Reino Unido y Estados Unidos. Hablaron del acoso sexista en internet al que se enfrentan y que influye en su trabajo. Muchas de las mujeres informaron que si pretenden relacionarse con su público en internet -lo que es un requisito laboral para muchas- se enfrentan con frecuencia a comentarios sexistas que las critican, atacan, marginan, estereotipan o amenazan en función de su género o sexualidad. Es frecuente que las críticas a su trabajo se enmarquen en ataques misóginos y, a veces, incluso implican violencia sexual. Las periodistas han desarrollado una serie de estrategias para hacer frente a los abusos, como limitar lo que publican en internet, cambiar las historias sobre las que informan y utilizar herramientas tecnológicas para evitar que la gente publique palabras ofensivas en las páginas públicas de las redes sociales de las periodistas. Los resultados muestran que este acoso interrumpe la práctica rutinaria del periodismo recíproco porque limita la posibilidad de que interactúen con la audiencia de forma mutuamente beneficiosa sin ser atacadas o socavadas sexualmente. Si bien las experiencias de acoso fueron consistentes en todos los países estudiados, las diferencias culturales fueron evidentes en cuanto a lo que se espera que las periodistas se comprometan en línea. En el estudio, las investigadoras relevaron una nube de palabras que incluían: “perra”, “puta”, “fea”, “vieja”, “mujer de la vida”, “amariposado” y “maricón” estuvieron entre esos términos.

El principal atributo de un ataque de género es el hecho que el autor se apoya en el género o sexualidad de la víctima para agredirla. Por ejemplo, llamar a una periodista de “idiota” no es considerado ataque de género. Sin embargo, si la agresión incluye términos derogatorios como “mujercita” o “perra”, se entiende que se trata de un ataque de esta categoría. Ese tipo de violencia puede sucederle tanto a mujeres como a hombres, a pesar que es más comúnmente dirigido a mujeres. Si un periodista hombre es llamado de “afeminado” o “gay”, con el fin de insultarlo, el caso es considerado un ataque homofóbico y se encaja en la definición del monitoreo.

La comparación entre los años 2020 y 2021 revela un crecimiento del 23.4% en alertas a las violaciones a la libertad de prensa, que ya venía siendo vislumbrado desde el inicio del año1. Sin embargo, estas estadísticas todavía dejan en la sombra un hecho que ha llamado cada vez más la atención: las particularidades y la especial virulencia de los ataques contra mujeres periodistas.

Metodología

El informe se basa en una metodología que combina múltiples técnicas de recolección de datos, como el sistema de alertas de noticias de Google, la extracción de datos de Twitter, el análisis de lives en YouTube, un canal de denuncias de Abraji y la colaboración de organizaciones parceras. Cada caso ocurrido en 2021 fue registrado en una planilla y las características, organizadas en 43 variables cuantitativas, que comprenden informaciones sobre las víctimas, el medio de comunicación y la cobertura que permitió el ataque, informaciones sobre el agresor, detalles sobre la agresión, agresiones en el medio digital y alertas de género.

Desde 2013, la Asociación Brasileña de Jornalismo Investigativo monitorea los ataques a periodistas en Brasil, en 2019, pasó a integrar la red latino-americana Voces del Sur, realizando ese acompañamiento según una metodología regional común adoptada por 13 países.

Puedes consulta en este enlace el estudio completo: https://bit.ly/3DyuRfy.