El periodismo de investigación y las filtraciones: ¿qué sí y qué no?

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Dos periodistas peruanos hicieron un manual que es muy útil para cualquier reportero de investigación, esté donde esté: “La navaja suiza del reportero. Herramientas de investigación en la era de los datos masivos”.

Los autores son David Hidalgo, director periodístico, y Fabiola Torres, editora de la Unidad de Análisis de Datos de OjoPúblico.

Y lo mejor es que el libro puede descargarse gratuitamente.

En las siguientes líneas presentamos un fragmento relacionado con las investigaciones que comienzan con una filtración o de bases de datos que han sido hackeadas.

“Desde que Wikileaks dinamitó la industria global de los secretos, el periodismo de investigación se ha visto envuelto en una fiebre por los datos. Ahora es posible rastrear la corrupción en varios continentes, detectar empresas y personajes que buscan evadir impuestos en todo el mundo, o entender los movimientos internacionales del crimen organizado.

En setiembre de 2011, el periodista australiano Gerard Ryle, del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), recibió un disco duro con 2.5 millones de archivos. Dos ingenieros en computación convirtieron esa marejada en una base de datos confiable.

A partir de allí se realizó un intenso reporteo que reveló las operaciones de más de 122 mil empresas y 130 mil personas en las sombras del sistema financiero mundial. El hallazgo despertó elogios, pero también alertas.

El periodismo de investigación no debe confundirse con lo que ha sido etiquetado como periodismo de filtraciones, dice David Kaplan.

Esta observación es un misil al centro del debate sobre el encuentro entre periodismo y tecnología.

¿Son válidos los documentos obtenidos por hackeo? ¿Cómo hacer que nos digan lo que en verdad necesitamos saber? Hay que ver las hojas de cálculo como fichas forenses de la realidad: ofrecen detalles, pero la verdad requiere trabajo.

“Las habilidades básicas de los periodistas de investigación –señala Kaplan– son similares a las de los más calificados fiscales y policías, antropólogos de campo e investigadores privados: el uso de fuentes primarias, verificación de la evidencia, entrevistas a testigos de primera mano, y el seguimiento a los rastros de personas, documentos, y el dinero”.

Las mejores muestras del periodismo de investigación reciente se han generado también por el acceso a información pública o la construcción de bases de datos nuevas, con información recopilada de diferentes fuentes, para responder a una pregunta que nadie se había hecho antes”.

Sobre investigaciones con datos filtrados, escriben:

“Pocos procesos muestran las peculiaridades de la época como la filtración de datos. A las nuevas formas de interconexión con las fuentes, mediante programas informáticos especializados, se suma el desafío de entender cantidades de información que podrían sepultar cualquier entusiasmo si no contáramos con la ayuda de los programadores”.

Uno de los casos que ponen como ejemplo es el de Offshore Leaks, una investigación del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ). “Fue un esfuerzo global liderado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) con la colaboración de The Guardian, BBC, Le Monde, The Washington Post y una treintena de medios. Contó con el trabajo de 112 reporteros de 56 países”. Lo publicaron en abril de 2013.

Así explican de qué tamaño eran los datos que recibieron:

“La filtración era 160 veces más grande que los documentos diplomáticos liberados hasta entonces por Wikileaks. El ICIJ contó con la ayuda de expertos en informática como Sebastian Mondial, de Alemania;Duncan Campbell y Matthew Flower, de Inglaterra; el costarricense Rigoberto Carvajal y el maltés Matthew Caruana. Ellos hicieron la limpieza y organización de los datos mediante la herramienta OpenRefine. El programa dtSearch los ayudó a rastrear nombres entre 260 gigabytes de datos.

Y con el software Nuix obtuvieron conexiones de palabras clave incluidas en los archivos adjuntos de los correos electrónicos de varias personas, sin necesidad de abrir los documentos. También usaron el software libre Talend Open Studio para integrar y organizar los datos en gráficos de relaciones.

Los programadores consiguieron reconstruir el sistema de software de las empresas que prestaban sus servicios
de creación de offshore. Esta crucial tarea allanó el terreno para que los periodistas iniciaran sus pesquisas, ya que pudieron navegar por archivos estructurados y conocer quiénes estaban detrás de las empresas creadas, quiénes eran sus socios, intermediarios y beneficiarios.

El análisis del disco duro detectó más de 100 mil empresas extranjeras o fideicomisos localizados en lugares como las Islas Vírgenes, Hong Kong, Islas Caimán, entre otros. Los documentos revelaron la participación de 12.000 agentes intermediarios y 130.000 personas de 170 países.

En junio de 2013, el ICIJ y la Unidad de Investigación del diario La Nación de Costa Rica, dirigida por Giannina Segnini, lanzaron la aplicación Offshore Leaks Database, que permite buscar por nombres o por países”.

      ¿Y cuál fue el impacto? 

“El caso sacudió Europa y provocó dimisiones de alto nivel, como las del ministro de Economía de Francia, Jérôme Cahuzac, y el portavoz adjunto del Parlamento de Mongolia, Bayartsogt Sangajav, por ocultar cuentas bancarias en Suiza. Se abrieron investigaciones judiciales contra funcionarios y empresarios en Filipinas, India, Grecia y Corea del Sur. Distintos colectivos sociales promovieron campañas contra los paraísos fiscales. En febrero del 2015, el ICIJ fue reconocido con el premio George Polk Award, uno de los principales de EE.UU. en la categoría Business Reporting”.


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