“Los periodistas deben servir a la verdad y no a su propia gloria”: Jeff Jarvis

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El profesor universitario Jeff Jarvis escribe sobre la responsabilidad de los periodistas y de los peligros de trabajar más para el ego que para la sociedad.

En un artículo titulado “El escándalo de Spiegel y la seducción de contar historias“, Jarvis dice que el verdadero problema es que hemos dejado que nuestros medios de producción determinen nuestra misión, en lugar de que sea al revés.

El semanario Der Spiegel despidió a Claas Relotius después de descubrir que fabricaba las historias que publicaba, algunas con las fue galardonado con premios nacionales e internacionales. Relotius nunca habló con la mayoría de las personas que cita y sus historias se basaban en datos tomados de otros medios y en imágenes de películas.

“Escucho a los periodistas decir que su papel principal es como narradores. No. Los escucho decir que su tarea es llenar un producto: un periódico, una revista o un programa. No. Nuestro trabajo es informar la conversación pública”, dice Jarvis, quien tiene una definición de periodismo actualizada: “convocar a las comunidades a una conversación civilizada, informada y productiva”. El primer trabajo del periodista no es escribir, señala, es escuchar lo que dicen las comunidades y hacer puentes.

Juan Moreno, un colaborador del semanario alemán es quien puso en evidencia a Relotius. Dice que tenía sospechas y las confirmó cuando los enviaron a trabajar en la cobertura de la caravana de migrantes centroamericanos en México. Buscó a las fuentes que supuestamente hablaron con su compañero, pero se dio cuenta de nombres falsos y correos inventados, lo dijo a sus editores y en un principio, dice, no le creyeron; le dijeron que podría estar celoso de que un reportero más joven que él fuera tan exitoso.

La adicción a la narración de cuentos como arte, frente al periodismo como servicio, es feroz, dice Jarvis. Y cita a Annette Ramelsberger, en Süddeutsche Zeitung: “(Relotius) escribió historias que eran más grandes que la vida, más grandes y más hermosas que la vida, con protagonistas perfectos, con dramaturgia que un director no podría haber hecho mejor. Eran historias de un narrador que se hace pasar por periodista”.

Los peligros de los premios

Relotius devolvió los cuatro premios del German Reporter Forum. “Algunos cuestionan el valor de dichos premios”, escribe Jarvis. Opina que premios como el Pulitzer motivan a los periodistas a impresionarse unos a otros más que servir al público. “Por supuesto, ese no es siempre el caso, pero pasa con demasiada frecuencia”.

“¿Qué sucede cuando una industria se caracteriza por su vanidad?: pregunta un titular en la publicación comercial Meedia, admitiendo que se asusta ante la creciente fiebre de premios de la profesión”.

“Nuestras medidas de éxito están realmente jodidas. En el aspecto comercial, valoramos el volumen por el bien del volumen (circulación, audiencia, páginas vistas, clics, CPM) que, como me gusta decir, conduce inevitablemente a los gatos y a los Kardashians y, en última instancia, a la carne hecha con clickbait, Donald Trump. En el aspecto editorial, valoramos la atención que recibimos: lo más leído, más clicado, más compartido en correo electrónico, tiempo de lectura. Todas estas métricas son egocéntricas. Nuestras medidas de éxito deben, en cambio, ser establecidas por el público en función de sus necesidades y objetivos. Si alguien va a dar premios de periodismo, que sean las comunidades a las que servimos”, dice Jarvis.

 

¿Cómo pudo fallar el proceso de verificación?

Es probable que Der Spiegel tenga el proceso de verificación de datos más grande del mundo, escribió Craig Silverman en la revista de periodismo de la Universidad de Columbia. Silverman cuenta de al menos 80 verificadores de datos en 2010. Ahora, segùn Der Spiegel, son 60. Comparado con los que tiene The New York Times o la revista New Yorker son mucho más. El chequeo de datos en Spiegel comenzó entre 1947 y 48, pero quedó establecida en los años 50.

Entonces, ¿qué pasó?

La periodista alemana Monika Bauerlein, directora ejecutiva Mother Jones en Estados Unidos, escribió en Twitter que un buen verificador habría podido: a) encontrar el contexto de una historia y descubrir el plagio, b) llamar a los personajes y descubrir que nunca hablaron con el reportero, c) y descubrir tantas otras falsedades que eran claramente verificables.

“Para ser claros”, dice Jarvis, “los hechos son la esencia del periodismo. La verificación de los hechos es vital”.