“La curiosidad es una forma de vida”: Anthony DePalma

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Una nueva generación de periodistas de Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá y Uruguay se graduaron de nuestro diplomado “El periodista de la era digital como agente y líder de la transformación social”, y como orador huésped de este onceava edición estuvo Anthony DePalma, periodista y escritor estadounidense que durante 22 años fue reportero y corresponsal en México y otros países de The New York Times, autor del libro Here: A Biography of the New American Continent, y otro más reciente titulado The Cubans: ordinary Lives in Extraordinary Times.

Publicamos su discurso íntegro.

El periodista Anthony DePalma, excorresponsal de NYTimes en México a finales de los 90 durante el discurso de cierre del diplomado de periodismo de FEMSA y el Tec de Monterrey. Por la pandemia de la Covid-19 es la primera vez que la ceremonia final es a distancia. Foto: FEMSA/Guillermo Escobar.

¿Quién necesita periodismo?

Es un placer volver a México aunque sea de manera virtual. Quisiera comenzar explicando que cuando mi amigo y colega Antonio Ocaranza me pidió que hablara con los graduados en el curso de periodismo que impartía el Tec de Monterrey, lo que en realidad quería hacer era preguntarles en qué demonios pensaban cuando decidieron convertirse en periodistas.

No tengo que decirles a ninguno de ustedes qué peligrosa es la vida para los periodistas mexicanos, ni recordarles lo que dice el Comité para la Protección de Periodistas y el grupo Reporteros sin Fronteras sobre los riesgos que corren los periodistas por America Latina.

Pensé yo, ¿quién necesita periodismo cuando hay tantas vidas en peligro?

Comencé a hacer una investigación sobre los periodistas en América Latina, particularmente en México, el país sobre el que había escrito desde 1993, pero rápidamente fue demasiado deprimente para continuar. Luego, me encontré en el sitio de noticias Vice, que hacía la esencialmente la misma pregunta que yo.

Dado que Mexico es el país más peligroso para los periodistas, ¿por qué alguien querría ser periodista?

Vice entrevistó a Daniela, de Veracruz, quien está en su segundo semestre en Ciencias de la Comunicación, ella confesó que cuando les dijo a sus padres que había decidido dedicarse al periodismo, su mamá y su papá le rogaron que no lo hiciera. Pero la muchacha ya había decidido el rumbo de su vida.

“Las mentiras me han molestado desde que tengo uso de razón”, le dijo ella a la reportera de Vice, “por eso nunca dudé de mi elección de vocación”.

Yo, como padre de tres hijos adultos, puedo simpatizar con los padres de Daniela, pero como periodista también puedo identificarme con el sentimiento de ella.

Vice también habló con Diana, de Chihuahua, quien dijo que cundo al principio le dijo a su mamá que quería ser chef en un restaurante, su mama la apoyó, pero cuando cambió de opinión y decidió estudiar periodismo, su mamá le regó que no lo hiciera. Pero ella estaba decidida, dio que la razón por la que ella eligió el periodismo, es que para ella el periodismo es una profesión necesaria. “El gobierno nos miente mucho, Diana dijo, y tenemos que decir la verdad”. Eso también es algo con lo que también puedo identificarme.

Esta Karla, de Jalisco, quien respondió con mucha franqueza por qué eligió el periodismo, ella admitió que acercarse al periodismo la asustaba, por lo que puedo decir, ella dijo: cubrir la realidad hoy es un acto que desafía el sentido común. Su último sueño es hacer un trabajo de alto impacto que saca la ropa sucia de los políticos a la luz del sol, ella quiere hacer eso a pasar de que la idea de escribir tales artículos la paraliza con miedo.

“Siempre me tranquilizo pensando en que hay millones de personas que quieren que las cosas cambien, siempre que pienso eso me emociona saber que cuando yo trabajo puedo aportar mi granito de arena”, dijo Karla.

Durante mis años trabajando en periodismo he pasado muchas noches frías y solitarias, lejos de casa, enfrentándome a peligros de cada barricada, dándome cuenta de que nadie en el mundo, tanto mis editores como mi familia sabían exactamente dónde estaba.

A veces yo también tenía que reprimir el miedo que estaba subiendo por mi garganta. En aquellos momentos recordé que con mi trabajo periodístico estaba aportando mi propio granito de arena.

Finalmente Vice habló con Marifer, desde ahí mismo en Nuevo León dio sus respuestas a las preguntas de Vice de una manera muy sencilla y directa: “Quiero hacer periodismo ciudadano, para poder ayudar a amplificar las voces que de otro modo habrían sido silenciadas”.

Leer esas respuestas me hizo sentir cerca de esos estudiantes: a pesar de las diferencias en nuestras edades, en nuestros antecedentes, incluso en el idioma y las costumbres, sus razones para dedicarse al periodismo ahora son las mismas que las mías desde hace mucho tiempo.

 

Cuba, desinformación y censura

Como el señor explicó, acabo de publicar un libro titulado: The cubans, ordinary lives in extraordinary times. Y mi objetivo al asumir ese mismo proyecto, era esencialmente el mismo que el de Marifer. Es decir, amplificar voces que de otro modo hubiesen sido silenciadas. Y ese, en mi propia opinión, es el más importante desafío sin importar cuándo o dónde se lleve a cabo. Y creo que también es la esencia de lo que ustedes han aprendido en este curso, es decir, escuchando y contando de aquellos que de otra manera han sido silenciadas. Ese es el deber de un periodista en la era digital que quiere ser agente y líder de transformación social.

Yo experimenté esto de primera mano al escribir The cubans, y vi durante el esfuerzo de mi trabajo qué pasa cuando este tipo de periodismo está funcionado o está funcionando mal.

Según la evaluación de organizaciones de periodistas, los periodistas cubanos son los menos libres de América Latina, y los medios cubanos se encuentran entre los más controlados del mundo. Durante 60 años, desde que el gobierno de Castro llegó al poder, los medios cubanos han estado controlados por el Estado. Su objetivo principal siempre ha sido atender los intereses del partido comunista de Cuba, no a las necesidades o intereses del pueblo cubanos. Como resultado, hasta la llegada reciente de la era digital en Cuba, la gente ahí ha vivido debajo de la más estricta censura, teniendo que luchar continuamente para conciliar lo que leen en el periódico Granma o ven en la mesa redonda en la televisión, con todo lo que sus familiares en Miami o en Madrid les cuentan sobre la realidad en que viven.

Tuve la oportunidad de conocer a varios periodistas cubanos, tanto los que trabajan para los medios controlados por el estado, como los que se están aventurando en sitios de noticias independientes. Es fascinante observar en qué se parecen y en qué se diferencias, todos ellos, al igual que los alumnos entrevistados por Vice, están apasionados de su trabajo. Cada uno cree que está en una misión sagrada. Los de Granma, donde la redacción está a pocos pasos de la plaza de la Revolución en La Habana, con los imponentes perfiles de Camilo Cienfuegos y el Che Guevara, junto a la monumental estatua de José Martí, quien era periodista pero más poeta, y líder de la lucha por la Independencia de Cuba, un agente de transformación social de verdad.

En eso, los periodistas de Granma reconocen que trabajando bajo estrictas normas por el partido y ellos saben que la razón por la que casi nunca usan sus habilidades para investigar las fallas del gobierno o exponer las irregularidades de ciertos individuos en el gobierno, es que Cuba ha estado esencialmente preparado desde hace 60 años por otra invasión, en su opinión, cualquier cosa que critica el régimen es un ataque a su sistema que ayudaría al enemigo.

La censura y las restricciones son necesarias, dicen ellos, porque el enemigo siempre está listo para atacar cualquier debilidad. Y por eso, leer el Granma diariamente es un ejercicio de realidad virtual. Los proyectos siempre se hacen en tiempo récord y los funcionarios cubanos siempre tienen un plan de mejorías que se espera llegue en breve.

Los editores de Granma escuchan regularmente a los líderes del partido, y se espera que sepan lo que los líderes esperan ver en las páginas de Granma.

Yo recuerdo que hace cuatro años el editor ejecutivo fue despedido abruptamente, “liberado”, fue la forma en que anunciaron su salida, sin ninguna explicación pública, pero mis amigos dentro del periódico me dijeron que lo despidieron debido a una decisión editorial que había tomado y había disgustado al partido. ¿Y qué hizo el señor? Había publicado un discurso de un viceministro que estaba reemplazando en alguna ceremonia a Raúl Castro y lo puso en la página 3, en lugar de la portada. Aparentemente debió haber salido mejor. En su reemplazo fue seleccionado no en la redacción del periódico pero sí por los líderes del partido.

Recientemente, aunque Cuba todavía está más atrasado que cualquier otro país latino en el suministro de acceso al internet, han aparecido sitios de prensa independiente. Muchos no están disponibles dentro de Google, y los que se pueden ver en la isla, saben que la línea que no pueden cruzar es la que fomenta el cambio de régimen, pero en sitios web como 14 y medio, Diario de Cuba y varios otros, los periodistas operan con el mismo fervor, el mismo celo y el mismo sentido de misión compartida que los de Granma.

Pero para ellos, el enemigo contra el que luchan no está en el Norte, es la ignorancia que surge de la falta de información y del compromiso con la verdad.

Fundamentos de periodista

Aquellos de ustedes que ya han trabajado en si propio sitio de noticias o en su estación de radio, o revista o periódico, deben estar consciente de la realidad económica rápidamente cambiando o de los medios de comunicación de hoy. Es poco probable, aunque desearía que las cosas fueran diferentes, que ustedes puedan hacer lo que yo hice: pasar 22 años trabajando en una sola organización, en mi caso The New York Times.

Lo más probable es que tengan varios puestos de trabajo en varias organizaciones de medios, incluidas algunas que ni siquiera existen ahora.

Yo, antes de llegar al Times, ya había trabajado en noticias de televisión y había hecho reportajes de investigación para revistas y en la escritura característica. Dentro del Times, tuve la oportunidad de cubrir muchos campos, aparecer en televisión, hacer entrevistas de radio, y contribuir en varios sitios web del Times.

En mi tiempo, yo he hecho todo tipo de trabajo periodístico, pero en verdad, muy pocas de las técnicas mecánicas y la información que recibí mientras estudiaba en la universidad tuvieron cualquier valor pocos años después de graduarme.

Sin embargo, hay fundamentos que aprendí, y desde el inicio de mi carrera hasta el presente, han mantenido su vigencia, y que forman mi trabajo todos los días. Yo creo que vale la pena revisar algunos de ellos con ustedes hoy:

El fundamento más profundo y al mismo tiempo lo que más me inspira, es una dedicación absoluta a la verdad, en todas sus facetas, esto es imperativo. Aunque el trabajo que produce un periodista puede ser leído, escuchado o visto por millones, gran parte de este trabajo se hace en condiciones de soledad y sin vigilancia, las tentaciones son muchas, las oportunidades para ajustar la verdad son ilimitadas. La única defensa absoluta es una fuerte brújula moral, una brújula que siempre apunte a la verdad.

Otra habilidad fundamental en la que siempre confío es la capacidad de escuchar activamente. Esta es una habilidad de dos partes básicamente. El primero requiere que entiendas tu lugar como periodista. Y aquí necesito explicar que no estoy hablando de columnistas ni de escritores de opinión, pero volviendo a esa estudiante de Nuevo León que quiso amplificar voces que de otra manera se hubieran silenciado,

la expresión más poderosa de tu trabajo es amplificar esas voces, iluminar los agravios de esas personas, exponer las malas acciones que invaden sus libertades y oportunidades.

Como periodista eres un instrumento, un medio de transporte, tus propios deseos y opiniones deben ser reemplazados por aquellos a quienes estás cubriendo. Comprenda la diferencia entre periodismo y activismo, y respétala.

La segunda parte de esta manera de escuchar es la mecánica actual de cómo escuchar: un periodista no es una máquina de dictar, simplemente repitiendo lo que dicen ejecutivos, ministros, gobernadores o presidentes, lo que yo trato de transmitir a mis estudiantes de la escuela de periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York es lo que yo llamo buscar oro.

Una metáfora muy útil. Un periodista es testigo de todo tipo de cosas, pero no puede actuar simplemente como una esponja, absorbiendo todo de la misma manera que una esponja absorbe todo. Escuchar es activo, no pasivo, y siempre probando la verdad de lo que se dice mientras se da cuenta lo que no se dice, en el caso de los políticos, contrastar lo que se hace con lo que se había dicho antes, preguntando las consecuencias de lo que viene después. En otras palabras, para buscar oro se necesita que su propio detector de la verdad esté siempre funcionado, siempre buscando la manera de acercarse más a la verdad.

Otro requisito para mantener una carrera de periodismo durante muchos años es la curiosidad, un deseo insaciable de conocer y comprender el mundo que te rodea. Suena muy básico, pero en casi todas las clases de periodismo que he enseñado durante muchos años, siempre ha tenido el coraje de venir y preguntarme sobre la curiosidad y qué hacer cuando aparentemente no existe. ¿Cómo puedo tener curiosidad?, preguntaba el estudiante. Y por supuesto, el acto de preguntar es generalmente un signo de cómo condenadas están las metas de un estudiante en una carrera de periodismo.

La curiosidad no es una habilidad adquirida, como un segundo idioma o la codificación de una computadora; la curiosidad es una forma de vida, una fibra del hombre o la mujer inteligente. Puede cultivarse con el pensamiento crítico y nutrirlo con una lectura amplia, viajando mucho. Y escuchando no solo con fidelidad, sino con atención. Sin preguntar, ¿por qué necesito saber esto?, sino más bien, si entiendo esto, ¿qué nuevo mundo puedo explorar?

Por último, a lo largo de su carrera es fundamental mantener y fortalecer los lazos con las comunidades de sus orígenes.

Cuando yo fui corresponsal del New York Times en México, operé con el juicio personal que cuanto más tiempo pasaba en Los Pinos o en las oficinas de Telmex, y menos tiempo pasaba en el campo, en los solares o en los pueblitos, menos éxito profesional tendría.

Deben tener siempre en cuanta a las personas para las que están escribiendo o grabando, las voces que deben amplificarse. Es posible que puedan entrevistar a presidentes y ministros, pero tampoco deben olvidar la dignidad básica de cada hombre y mujer, sin importar lo tan humilde que sea su hogar, cada uno de ellos tiene sueños y aspiraciones; cada uno tiene una historia.

El gran periodista y novelista Pete Hamill, que murió a principio de este mes, lo dijo aún mejor:

“Nunca olvides de dónde vienes, no te llenes tanto de tu propia importancia mientras caminas por los pasillos del poder para olvidar las vidas ordinarias que los rodean”.

Sin duda, es un momento difícil para dedicarse al periodismo. La economía de muchas plataformas se ve desfasada como nunca antes. En los Estados Unidos nos bombardean con malas noticias de periódicos, revistas y otros sitios de noticias que se cierran casi todos los días. Los salarios de los periodistas que a menudo pueden encontrar puestos, son miserables, las horas son largas, los riesgos —como todos saben—, son reales, y las comunidades a las que sirven los periodistas, no siempre aprecian el trabajo que realizan.

Pero hay otra forma de ver el inestable estado del periodismo actual, Bill Keller, que fue el director ejecutivo por muchos años de The New York Times, en realidad llama a esto una edad de oro del periodismo. La tecnología y las herramientas que me permiten estar el día de hoy en la Costa Este de los Estados Unidos hablando con ustedes en México, y en todos los países donde ustedes estudian y trabajan brinda tantas formas diferentes de transmitir noticias e información que las posibilidades son infinitas. Los riesgos también son ilimitados.

Al mismo momento que el periodismo se divide en tantos subconjuntos individuales, cada sitio web sirviendo a un punto de vista particular y proporcionando una cámara de eco para repetir verdades establecidas en este mismo momento, en este mismo momento la verdad ha sido atacada. Los políticos entienden esto y lo usan a su favor, también lo hacen nuestros enemigos, en todos nuestros países, enemigos que buscan subvertir el proceso de elecciones libres con propaganda disfrazada de noticias.

Mi esperanza es para ustedes, mientras algunos se embarcan y otros continúan en esta próxima etapa de sus carreras, que sigan dedicándose a la verdad pero conscientes siempre de los riesgos. Esto es difícil, yo sé.

Yo recuerdo lo decepcionado que me sentí cuando New York Times me enviaron a Kosovo en 1999 por algunos meses durante el conflicto con Serbia. Durante mi estancia allá, un editor me prohibió cruzar una frontera en disputa porque había decidido que el riesgo superaba cualquier cosa mientras yo intentaba estar en el otro lado, solamente unas semanas después me di cuenta de que mi editor tenía razón. Manténganse comprometidos, pero manténganse a salvo.

He estado involucrado en el periodismo durante medio siglo y no me he arrepentido, ni por un solo momento, de haber elegido esta carrera.

Las encuestas indican que en cuanto más tiempo trabaja un periodista, es menos probable que siga las pautas de seguridad de sus editores o gerentes, no se conviertan en una estadística más. Pero sigan el ejemplo de un periodista de la India, que dirigió un periódico para la comunidad inmigrante de la India durante muchos años, sin duda el señor nunca ganó mucho dinero, ni disfrutó de los privilegios ni del poder que podría haber tenido si hubiera trabajado en los negocios o en la política, pero creía que el periodismo era algo sagrado, algo absolutamente necesario, y vio a los periodistas como una hermandad de guerreros por la verdad. Cuando este señor estaba muriendo, tenía una solicitud especial, le hizo saber que quería ser enterrado con una copia del New York Times en su ataúd como un símbolo de su respeto por el periódico, pero más un reconocimiento del impacto interno de decir la verdad, algo que no quería que muriera con él. Y ahora su hijo Mil es un amigo mío, periodista como ustedes en la era digital.

Muchas gracias por haberme escuchado, espero que hayan encontrado algo útil en mis humildes palabras, les deseo lo mejor a medida que continúan en la profesión que eligieron, una profesión, nuestra profesión, que necesitamos más que nunca.

Gracias.