Cuando Carl Bernstein se veía con Garganta Profunda para obtener información privilegiada en el caso de Watergate no existían estos sistemas. Eran otros tiempos, en los que la tecnología no permiría el acceso a tantas bases de datos, a tanta información de un tirón. Y sobre todo, en que la presión de los gobiernos o de los grupos criminales no era tan amenzantes como ahora, al menos en Estados Unidos, que con la llegada de Doland Trump y el constante discurso de “enemigo” a los medios que no le favorecen, pone en risgo la libertad de prensa. El mismo Bernstein hace unas semanas dijo que él veía más presión sobre los medios y menos libertad con Trump que con Nixon.
América Latina tiene una historia complicada en algunos países, primero con las dictaduras y después con gobierno que nos les gusta transparentar, y mucho menos, hacerse de leyes para acceder a la información pública. Aunado a eso, países como Honduras, El Salvador o México, se vuelven más complicados por la violencia y las amenzas.
Entonces, ¿cómo llevar a cabo investigaciones? A veces el único recurso son las fuentes anónimas, pero no cualquier fuente anónima, sino alguien que sea indetificado por los periodistas como confiable y alguien a quien cuidemos como periodistas, disminuir los riesgos tanto para esa fuente como para el periodista.
En Estados Unidos, medios de comunicación como The New York Times, The Washington Post, ProPublica o The Intercept, están usando SecureDrop, un sistema de código abierto para que los periodistas puedan recibir documentos confidienciales y comunicarse con las fuentes anónimas a través de una plataforma segura.
Este sistema lo creó Aarón Swartz y actualmente lo administra la Fundación Libertad de la Prensa. Swartz es un programador activista que murió a los 26 años. Al morir él, The New Yorker lanzó la primera plataforma de este sistema.
Aquí pueden encontrar guía para periodistas acerca de cómo encriptar información, muestra paso a paso las necesidades técnicas y el funcionamiento.