En las coberturas relacionadas con desastres naturales la incertidumbre aumenta y se requiere de mucha serenidad, planeación y profesionalismo para que no gane la inmediatez y lo emocional. Se necesita precisión, análisis y explicación por parte de los expertos.
Un trabajo analiza críticamente la construcción del relato en los medios: “Catástrofes y periodismo: el relato, los escenarios, las interacciones y las necesidades prácticas y psicológicas de todos los implicados“.
Los autores son los investigadores Pepe Rodríguez de la Universidad Autónoma de Barcelona y Begoña Odiozola, del departamento de Salud de la Generalitat de Catalunya. Área de Psicotrauma.
En una parte de la investigación, los autores escriben lo siguiente:
“El periodismo de catástrofes es una especialidad delicada y compleja, pues el hecho afecta profundamente en lo emocional y material a muchos y a sus comunidades, alterando estructuras fundamentales —sociales, financieras, políticas, sanitarias, etcétera— por tiempo indefinido.
El campo de trabajo son escenarios caóticos y trágicos, con víctimas desoladas y desorientadas y equipos de emergencia que ponen orden y soluciones donde sólo hay necesidades urgentes. La primera fase de la emergencia puede durar horas o días y el dolor y el estrés hace mella en los afectados, pero también en los equipos técnicos y en los periodistas que trabajan sobre el terreno.
El periodista desplazado hasta escenarios de catástrofe ve lo evidente, pero inicialmente carecerá de fuentes adecuadas y sus datos serán parciales y subjetivos, cuando no falseados por intereses políticos”.
Esta es una recomendación de qué fuentes pueden ser las más necesarias para organizar y diversificar la información, escuchar a todos los actores:
- Relato de los testigos, testimonios de supervivientes.
- Qué dicen las agencias informativas y otros medios de comunicación (cuando no estamos en la ciudad donde ha sido la catástrofe).
- Estimaciones extraoficiales, dejar claro que son así, extraoficiales y quién las dice. Diferenciar de los rumores.
- Policía.
- Bomberos.
- Protección civil
- Fuentes sanitarias.
- Datos históricos para dar contexto y dimensionar.
- Fuentes científicas, generalmente explicarán los por qué.
- Uso de gráficos, mapas, infografías.
Los autores hacen un punteo de cómo podría mejorar una cobertura:
- Disponer de información veraz, bien contrastada.
- La Organización Mundial de la Salud (OMS) exhorta al periodista que cubre catástrofes a ser crítico con las fuentes de noticias.
- Comprobar los hechos cuidadosamente y distinguir entre la información oficial de la institución encargada del manejo de la emergencia y los criterios individuales de expertos, comentarios, descripción de hechos e interpretaciones.
- La inmediatez obstaculiza seriamente la información responsable y de calidad, por eso hay que reconfirmar y reconfimar los hechos.
- Transmitir mensajes institucionales de las instancias de gestión de la catástrofe.
- Es recomendable “mantener un contacto sistemático con las instituciones de salud, para difundir información que ayude a mantener el equilibrio emocional de la población.
- Mantener informada a la población, de manera continua, sobre la evolución de la situación.
- Transmitir en forma reiterada los mensajes importantes para la comunidad, en estos temas no importa ser reiterativos.
- Ayudar a explicar lo sucedido, analizar y comprender.
- Analizar y explicar las consecuencias, cómo prevenir, qué viene después.
Los periodistas deben tomar pedidas para la protección personal: física y emocionalmente.
Un texto recomendable citado por los autores es el de la periodista argentina Sibila Camps: “Periodismo sobre catástrofes. Cómo cubrir catástrofes, emergencias y accidentes en medios de transporte”.