‘La violencia contra periodistas es más quirúrgica’

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Hasta hace un tiempo, la violencia contra periodistas, comunicadores y defensores de derechos humanos se enmarcaba en regiones de alta peligrosidad para ejercer la libertad de expresión, pero ahora estas zonas de silencio se han convertido en puntos de silencio porque la violencia es más quirúrgica, dice Armando Rodríguez Luna, investigador del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (CASEDE).

En entrevista, Rodríguez Luna explica cómo son estas dinámicas de violencia en México y cuáles son los principales puntos de su Informe Libertad de Expresión 2020, el tercero que ha publicado la organización.

En el caso de los periodistas, ¿cómo se ven estas diferencias geográficas en su investigación? 

Chihuahua es un caso muy interesante porque ahí es donde surgió en la década pasada, en 2009 o 2010, el primer protocolo de protección para periodistas. Fue un esfuerzo realizado por diferentes grupos de periodistas de la capital del estado y tomaron como referente a los grupos de periodistas en Colombia. La dinámica delincuencial desde entonces cambió mucho. Como todos sabemos, Ciudad Juárez hace una década tuvo una de las mayores tasas de homicidios de personas en general y contra periodistas, y las acciones que respondían a esas formas de violencia en el lugar eran otras también. Cuando cambió esa violencia entonces cambiaron las respuestas y la percepción de emergencia y urgencia. Las agresiones no son tan estridentes como hace diez años y (para las autoridades) no amerita una respuesta de la misma magnitud que antes. Es muy importante gestionar formas de organización que permitan, otra vez, una actualización de ese protocolo y del sistema de protección en Chihuahua que ahora está totalmente rebasado.

Otra cosa muy diferente son los periodistas en Guanajuato: hablamos con reporteros de León, Celaya o Irapuato y hay periodistas con un alto nivel de capacitación y de profesionalización, y tienen mucha intención de conocer experiencias de otros estados, pero solamente se quedan en eso y no hay un intercambio entre periodistas.

Por ejemplo, los periodistas de Guanajuato están viviendo desde hace cuatro años niveles de violencia como los que tenía Chihuahua hace una década y, a pesar de eso, no hay una forma verdadera de organización entre periodistas de Guanajuato para determinar qué hacer en esos entornos de riesgo y con esas características criminales. Cuando yo les preguntaba si conocían la experiencia de los periodistas de Chihuahua, de las personas asistentes ninguna conocía el caso de Chihuahua. Ahí se trata de ver cómo generar un intercambio de experiencias y de buenas prácticas entre periodistas en un país como México, que tiene una diversidad tan heterogénea en condiciones de violencia existentes. 

En el caso de Guadalajara, curiosamente, la presencia del Cártel de Jalisco Nueva Generación en diferentes municipios, sobre todo de la costera del estado, sí ha significado agresiones específicas contra periodistas, pero hasta lo que registramos todavía no en los mismos niveles que vivieron los periodistas de Chihuahua hace diez años. Sus principales preocupaciones son las agresiones que han surgido directamente del gobierno estatal o los gobiernos municipales, ahí las agresiones más importantes tienen que ver con el ámbito de seguridad pública, con el ámbito de procuración de justicia y propiamente que vienen desde el gobierno, donde hay mucha estigmatización hacia periodistas y medios. 

Son entornos tan distintos en los tres estados anteriores que vale la pena puntualizar cada vez más lo local, aterrizar más en lo local, ahí todavía tenemos muy poca información.

Periodistas-Guanajuato

¿Cómo sería aterrizar en lo local?

Por ejemplo, Tamaulipas, lleva más de diez años de ser un lugar totalmente cerrado a la información. Realmente nadie sabe que está pasando en Tamaulipas ahí, porque están en constante estado de amenaza periodistas que trabajan para un medios de comunicación, periodistas independientes, periodistas que usan medios digitales o redes sociales. Los tienen controlados.

A diferencia de Tamaulipas, el resto del país está en condiciones diferentes, pero también como en otros estados las formas de violencia actuales y de grupos criminales actuales ejercen un control mucho más preciso sobre periodistas y medios de comunicación. Son agresiones más quirúrgicas que van hacia zonas específicas de los estados. Por ejemplo, en Guerrero, uno observa que la presencia de grupos criminales está muy atomizada, se les han confiscado armas tipo R40, de acuerdo con un informe de Crisis Group.

Hay diferentes formas de control del territorio: para algunos grupos criminales la forma de control son las carreteras, para otros es la sociedad, para otros es la sociedad y la información, lo que surge de ahí. La violencia se ha diversificado. Hay puntos de silencio y ya no zonas, como había sucedido hace una década, sino puntos de silencio diversificados en todo el país. Ahora mismo en Guanajuato, por ejemplo, generar información en los municipios de Celaya, en Juventino Rosas o en Salamanca, es verdaderamente muy difícil con toda la dinámica criminal que hay ahí. Ahí se llevan a cabo diferentes formas de violencia extrema contra policías municipales particularmente, pero también con miembros de la sociedad civil.

¿Cómo se ha dado el cambio de zonas a puntos de silencio?

Antes era como regiones. En Tamaulipas, por ejemplo, llegó un punto en que toda la zona norte y toda la franja norte del estado estaba prácticamente controlada, pero además había un estado de miedo por esos enfrentamientos entre los Zetas y el cártel del Golfo que eran los que dominaban. Esto se fue extendiendo en todo el estado, pero era una cuestión muy elástica, de repente llegabas a Tampico y era muy violento, después Tampico ha sido mucho menos violento que los parámetros del estado, que matamoros o Reynosa, San Fernando es muy elástica.

En Veracruz la violencia fue creciendo más en el norte del estado, después las dinámicas fueron cambiando y se fueron trasladando hacia la Cuenca del Papaloapan, que converge con el estado de Oaxaca y tiene que ver con las formas en que los grupos criminales cambian las formas criminales, porque tienen que cambiar la logística en todos los sentidos.

Por ejemplo, Oaxaca y Veracruz, que casi nadie toma en cuenta esta región, es una zona estratégica para el paso de tráfico, tanto de personas como drogas, armas, que van desde la costa del Pacífico a través del puerto de Salina Cruz, y se adentran al territorio de Oaxaca por toda esta zona, que es más estrecha en el territorio mexicano, y por la que rápidamente se llega a Veracruz. Esta zona que converge con la cuenca del Papaloapan se convierte en otro punto de silencio.

Hay medios que son regionales, que abarcan los dos estados o diferentes municipios, donde los periodistas han tratado de visibilizar que han sido victimizados por esa dinámica de violencia criminal y evidentemente por el control que esos grupos criminales ejercen sobre las autoridades municipales. Esto convierte a la pequeña región en un punto de silencio.

Así están Guerrero, Sinaloa, Baja California, en Baja California Sur se han afectado demasiado las condiciones para ejercer el ejercicio periodístico, sobre todo en La Paz, que es esta zona hacia Los Cabos. Igual Quintana Roo, ahí están más recientes los homicidios contra periodistas. Sonora, dos homicidios… en el estado y tiene que ver nuevas formas de la dinámica criminal que tiene que ver con el control de las autoridades municipales y del territorio.

Entonces, se debe evitar solamente rastrear o documentar, hay que generar condiciones metodológicas y programas para prevenir más ataques.

Y un siguiente paso sería construir herramientas e instrumentos que nos permitan tener un análisis mucho más puntual de las condiciones de riesgo para generar la prevención.