La credibilidad de los periodistas en tiempos de Twitter

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Un profesora preocupada por sus alumnos de periodismo se pregunta: ¿cómo enseño a mis estudiantes a mantener su credibilidad?

Meredith O’Brien, maestra en la Universidad de Northeastern escribió algunos de sus consejos en el sito de Poynter, en inglés. Y a lo que más se refiere es al uso de redes sociales en el periodismo diario.

La comunidad digital ha alterado la vida cotidiana de los reporteros, de los que ahora se espera que tuiteen, hagan transmisiones en vivo, manden fotografías o graben coberturas al mismo tiempo que van recopilando la información para sus notas y van haciendo las entrevistas necesarias.

“Es mejor ser el último y el correcto que denunciar algo primero y estar equivocado”

O’Brien suele contarle a sus alumnos sobre los días en que Twitter se convirtió en una “fuerza democratizadora del periodismo”: civiles enviando fotos desde lugares donde había revueltas, huyendo de las bombas; civiles posteando imágenes de un día de primavera en Boston.

Sí, especialmente Twitter ha cambiado las formas del periodismo, pero hay tres máximas que O’Brien aconseja a sus alumnos:

  • Verifica todo lo que ves en las redes sociales.
  • No retuitees un enlace que no has revisado primero.
  • Sé escéptico en todo.

La prisa, dice esta profesora, ha remplazado al juicio noticioso.

A propósito de la serie de HBO, “The Newsroom”, la profesora charló con sus estudiantes de la reciente temporada, un episodio sobre la cobertura del atentado del maratón de Boston, en donde algunos periodistas se negaban a usar material recopilado en Twitter para no caer en rumores o en la tendencia de publicar primero y hacer las preguntas después.

“Después de ver esas escenas, mis alumnos y yo hablamos sobre las múltiples presiones que enfrentan los periodistas cuando intentan usar la tecnología para recopilar y distribuir noticias. Inevitablemente, hay un consenso que va en dirección de esta conclusión: es mejor ser el último y el correcto que denunciar algo primero y estar equivocado“.

Eso fue antes del 14 de febrero, cuando sucedió el tiroteo en la escuela preparatoria de Parkland, Florida. A partir de ahí, algo más cambió: los periodistas además de verificar dos veces la información y el material que van recopilando de redes sociales, deben cuidar que sus identidades no sean robadas, en un intento de ser atacados por gente que en el anonimato se empeña en desacreditar al periodismo y a los periodistas en tiempo real.

El Instituto Poynter y otros medios de comunicación publicaron sobre personas y grupos con cuentas falsas  registradas el día de la masacre, haciéndose pasar por periodistas y usando imágenes y biografías reales en sus perfiles. Usando estas cuentas pidieron a estudiantes de la preparatoria que les enviaran videos y fotos de cadáveres.

Unos los afectados es el periodista Alex Harris, del Miami Herald, quien dijo a Poynter que los tuits falsos que le atribuyeron se compartieron en plataformas en línea, incluida la de un grupo supremacista blanco. Harris contó que las personas que vieron las publicaciones se desalentaron y no quisieron hablar más con él durante su cobertura.

O’Brien se pregunta: “¿Qué les digo a mis alumnos mientras se preparan para ser periodistas cuando hay fuerzas que intentan mancillar la noción de que el periodismo es constructor de verdad? Donde ellos mismos, los encargados de elaborar el primer borrador de la historia, son atacados. Cuando las fuerzas están saboteando la credibilidad de los reporteros e interfiriendo con su capacidad de trabajo. Cuando las organizaciones de noticias intentan ser socavadas por el presidente (Donald Trump) que etiqueta a las noticias como ‘falsas’, cuando de hecho son verificables y verdaderas?

“Estoy desanimada”, dice.

“Creo que el periodismo es un llamado para contar las historias no contadas, para arrojar luz sobre los lugares oscuros, para hacer rendir cuentas a los poderosos. No sé qué decirle a mis alumnos. O en realidad sí lo sé: seguir”.