“Este relato policial hegemónico utiliza la pirámide invertida para producir información con fuentes policiales, con suerte con fuentes judiciales, sin jamás pisar el barro de los territorios, sin nunca conocer la escena del hecho, sin historias de vida detrás de las víctimas, mucho menos de los criminales”, dice el periodista Cristián Alarcón.
Por Aldea de Periodistas
En países desiguales como los de Latinoamérica, las tasas de delito urbano en la región siguen aumentando o se han mantenido al mismo nivel, escribe Brenda Focás, lo que plantea la necesidad de repensar la relación entre ambos problemas.
“Las percepciones de lo inseguro han crecido en todos los países de la región y los ciudadanos sienten cada vez más temor de ser víctimas de la criminalidad”, señala Focás en el libro “(In)Seguridad, medios y medios: una mirada desde las experiencias y las prácticas cotidianas en América Latina”, compilado junto con el editor Omar Rincón, descargable en PDF desde este enlace.
El texto articula diferentes casos latinos sobre las percepciones de inseguridad: en el Paraná, en la provincia de Buenos Aires, en Veracruz, México, y otras ciudades en Chile, Venezuela, Brasil y Colombia.
Como vale la pena puntuar en algunas de esos casos, abordaremos el tema en otras entradas del blog de la Aldea de Periodistas.
Lo que presentamos ahora es una entrevista que aparece en el libro a manera de prólogo con el periodista y escritor chileno Cristian Alarcón, director de la revista Anfibia y del proyecto de medios de cobertura de seguridad Cosecha Roja. Alarcón pone la mirada en el rol de los periodistas y la cobertura policial.
¿Cuál es el panorama de América Latina en relación con la llamada inseguridad?
Cristian Alarcón: Un problema claro en la región lo constituyen las percepciones de los ciudadanos sobre lo que podríamos llamar la inseguridad o sensación de vulnerabilidad urbana; es decir, transitar por las ciudades y sus posibles consecuencias, sobre todo en las zonas donde el delito se vuelve un cotidiano, donde la percepción está directamente ligada a la acción, al hecho mismo de que podés ser víctima de un delito.
Esa percepción está alimentada por el relato que hacen, siempre de manera clásica, los mass media o los grandes medios de comunicación como mecanismos de construcción de la realidad, y también por los relatos de los otros, lo que Gabriel Kessler llama la «consonancia intersubjetiva». El relato (in)seguridad, medios y miedos urbano del peligro de la ciudad encauza la necesidad que todos tenemos de construir una retórica de nuestras vulnerabilidades, la inseguridad es una vulnerabilidad compartida, de manera que todos nos encontramos en ese relato.
-¿Cual es el rol de los medios hegemónicos en la configuración de las percepciones de la inseguridad?
Cristian Alarcón: Creo que en los últimos treinta años se han producido distintas avalanchas de relatos sobre la violencia que tienen que ver siempre, y en cada país de manera diversa, con los procesos políticos y económicos. Ante los efectos de la década del noventa fue necesario construir una puesta en verdad de una violencia irracional juvenil que victimizaba a los sectores medios, ya que les impedía disfrutar ese momento de goce de los neoliberalismos en boga; goce que se daba a través del acceso al consumo y de los créditos que servían para hacerse de bienes y servicios y viajar; goce que se vivenciaba en el disfrutar esa movilidad social que les permitía el sistema económico en su primera fase sintiéndose también distinguidos por no pertenecer a esos otros sectores (los de abajo y los jóvenes violentos).
Este relato impedía ver a esos otros sectores que estaban pagando con hambre, con exclusión, con indigencia, con pobreza justamente el costado más perverso de esta forma de administración de los recursos. Entonces, es interesante estudiar las violencias desde este punto vista, de cómo los procesos económicos requieren de plataformas culturales que posibiliten que cierta ciudadanía construya formas para negar la ignominia que implica esa forma de acumulación capitalista que no tiene en cuenta la redistribución de la riqueza ni la desigualdad, como tema de la agenda para incluir en un capitalismo amigable.
-¿Cómo se construyen las noticias policiales y cuál es el rol de los periodistas?
Cristian Alarcón: En estas avalanchas informativas sobre la violencia se ve de manera brutal, casi grotesca, las alianzas de los poderes económicos y de los poderes políticos, que se ponen de acuerdo, evidentemente, por imperios de construcción de lógicas de las noticias complejísimos, que están basadas en el sentido común de los que deciden las líneas editoriales y los contenidos de las páginas del diario y de noticieros de televisión. Esta construcción transita por estas tramas invisibles de toma de decisiones que construyen las líneas editoriales, pasa por los relatos de la violencia que producimos y consumimos en nuestro cotidiano, y, finalmente, en el punto en que se materializa como página impresa, como reporte activo del robo en la puerta de la casa de la víctima en la provincia de Buenos Aires construido por unos sujetos que están ahí, hacen su trabajo, y construyen sentido común. Ese sentido común «es lo que le importa a la gente», ese es el sentido común del periodismo desde que nació, no estamos descubriendo nada.
En algunos habrá conciencia en otros no, como en toda redacción las disputas por el sentido dependen de las fortalezas del periodista y del editor, de su inteligencia y formación pasando por su sensibilidad y la relación que construya con su superior en la escala jerárquica de medios que, además, son mandos militares. En esa lógica siempre hay matices y yo los revindico profundamente porque sería imposible que un periodista, con cierta conciencia, pueda hacer su trabajo sin verse atravesado por una conflictividad ética insoportable.
Lo más interesante de una escena periodística de redacción es justamente el punto en que un periodista puede dar un debate interno sobre las decisiones editoriales. Algo más interesante todavía es cuando puede incluso simular o callar sus contradicciones y luego desatar sus capacidades para decir lo que quiere decir sin que la máquina logre detectarlo y poder publicarlo igual.
Por otro lado, ha habido un efecto interesante en estos escenarios de polarización política que habitamos en América Latina que tiene que ver con la noción de que existen lógicas perversas de construcción de la noticia. Esa era una noticia que tenían los estudiantes de comunicación, y ahora es una noticia que tienen todos: la desconfianza sobre las condiciones de producción de la noticia es total.
-¿Qué incidencia tienen los medios en la construcción de la inseguridad?
Cristian Alarcón: Existe una lógica securitaria en los medios por la cual la difusión de noticias policiales profusas con sus lógicas capciosas y perversas que construyen enemigos son exitosas per se. Creo que habría que preguntarse si son exitosas y hasta dónde lo son. Es decir, en este nuevo contexto debemos preguntarnos cómo funcionan las lógicas por las cuales la gente que observa el relato del horror compra el horror. Y cómo se protege, y cómo se encapsula y cómo se blinda ante la simple muestra del horror. Hay operaciones mucho más complejas que creer lo que te dice la televisión. Tiene que haber algún cruce de información con lo real cotidiano que permita que lo que dice el aparato, lo que transmiten los medios tenga sentido. Los medios han perdido credibilidad, entonces todo lo que sale de la carcasa debe ser cruzado con algo de información propia, de contexto, de experiencias propias o cercanas.
-¿Cuáles son las alternativas al periodismo policial en América latina?
Cristian Alarcón: Es interesante observar lo que ocurre en México y en Centro América, más allá de Colombia, que ha quedado como un caso testigo ya casi histórico. La mirada sobre el fenómeno de la violencia en Colombia ha ido mutando, incluso a partir de los procesos de paz; ahora, ese Medellín que era el territorio para observar el horror, ha mutado y la violencia no se ha retirado, sino que se ha naturalizado. El horror ahora está en México por efecto del narcotráfico, que ya no son carteles sino múltiples organizaciones criminales aliadas o vinculadas para producir ganancias con las drogas y sus delitos asociados, que en general son la tortura y el homicidio. En esos sitios hay emergencia de un periodismo ciudadano o de un periodismo independiente de investigación, hecho por periodistas vinculados a las nuevas narrativas del periodismo latinoamericano. Se forman en espacios como fundación García Márquez, El Faro en El Salvador, Nómada en Guatemala, Periodistas de a Pie y también Animal Político en México.
Un periodismo que está produciendo una nueva narrativa sobre la violencia. Esa nueva narrativa sobre lo que yo llamo «lo real-real» supera ampliamente la potencialidad que tienen los relatos de lo real provenientes de lo jurídico, de lo estatal y lo institucional. Y supera, por supuesto, el relato policial que realizan los medios hegemónicos, y que se ve en toda América latina de la misma manera. Este relato policial hegemónico utiliza la pirámide invertida para producir información con fuentes policiales, con suerte con fuentes judiciales, sin jamás pisar el barro de los territorios, sin nunca conocer la escena del hecho, sin historias de vida detrás de las víctimas, mucho menos de los criminales, con lógicas maniqueas para construir enemigos públicos entre los jóvenes pobres, morenos y descastados.
En este otro caso, el periodismo de lo «real-real», los nuevos medios de Centro América y de México hacen una revalorización del contexto inusitada para el periodismo que se conocía en esos países; y esto es un cambio paradigmático enorme que está en pleno proceso en la narración y conciencia de las violencias.
-¿Cuál es la experiencia de Cosecha Roja?
Cristian Alarcón: Cosecha Roja es el resultado de un proceso de una elipsis muy interesante entre el proceso de producción y el proceso de formación. Fue el resultado de un proyecto para formar periodistas en toda América Latina con perspectiva crítica desde el punto de vista de las drogas, abriendo el debate sobre la legalización, la despenalización y la militarización.
Abrimos un espacio desde la Fundación Gabriel García Márquez para sumar artículos, debates, herramientas, experiencias, etc. Rápidamente, como el tema era tan acuciante, se fue transformando en un medio de comunicación que, en principio, lo que hacía era publicar, como una especie de curaduría, lo mejor o lo más interesante sobre el tema de la violencia en América Latina. También publicaba artículos de periodistas que habían participado en esos talleres y los editábamos nosotros con lo cual el proceso de formación continuaba.
Hoy es un medio que conserva y preserva su vinculación con América Latina, sobre todo México, Chile, Colombia, pero con una fuerte presencia de las problemáticas en Argentina, más atravesada por la cuestión temática acerca de la violencia de género, los crímenes de lesa humanidad, la vulnerabilidad juvenil, las condiciones carcelarias, y la violencia policial.
Ficha bibliográfica: Focás, B. , Alarcón, C. , Polesel, C. R. , Galar, S. , Del Palacio Montiel, C. , Browne Mönckeberg, M. , Valenzuela, S. , et al. (2016). (In)seguridad, medios y miedos: una mirada desde las experiencias y las prácticas cotidianas en América Latina. Cali: Universidad Icesi.